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Día Mundial del Folklore: conoce nuestras danzas declaradas Patrimonio de la Humanidad

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El Día Mundial del Folklore se celebra cada 22 de agosto y el Perú lo celebra y transmite alegría e identidad a través de las múltiples danzas que tiene. Cinco de ellos figuran en la Lista Representativa de la UNESCO del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, para orgullo de todos los peruanos. Aquí te los describimos en detalle:

El Hatajo de Negritos y Las Pallitas

El Hatajo de Negritos y Las Pallitas son dos danzas complementarias originarias de la región de Ica y bailadas en la costa centro sur del Perú. Fueron inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2019

Acompañadas de música y cantos, estas expresiones culturales forman parte de la celebración navideña. Son representaciones bíblicas de la visita de los pastores al niño Jesús y la llegada de los Reyes Magos, en las que se mezclan tres corrientes culturales: los valores del mundo andino prehispánico, el catolicismo europeo y el legado de los ritmos musicales de Africanos, que en la época colonial en esta parte del Perú fueron traídos.

Estas dos danzas surgieron de esta compleja confluencia de diferentes culturas, representativas de las identidades afroperuana y mestiza. El «Hatajo de Negritos» es bailado por hombres pateando al son de un violín y campanas mientras cantan canciones.

En cambio, el baile de Las Pallitas es realizado por mujeres golpeando sus pies y cantando al son de una guitarra. Ambos bailes se consideran verdaderos símbolos de devoción religiosa y contemplación espiritual y se practican en grupos y pueden reunir hasta cincuenta bailarines. Durante los meses de diciembre y enero, estos recorren las plazas públicas e iglesias de muchas ciudades, así como algunas casas de familia. Las jóvenes generaciones conocen estas dos expresiones del patrimonio cultural vivo desde temprana edad.

Animados por los adultos, los niños aprenden a cantar numerosos villancicos navideños, zapatear y demostrar pasos de baile en señal de devoción.

El wititi del valle del Colca

La danza tradicional Wititi, inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2015, es una de las manifestaciones culturales más complejas y difundidas del Valle del Colca, en la provincia de Caylloma, Arequipa. Se baila en grupos de parejas durante las principales fiestas religiosas de la época de lluvias y por ello tiene un significado social y ritual ligado al ciclo agrícola y al cortejo entre los jóvenes.

El protagonista de la danza, a la que debe su nombre, es el wititi, un hombre cuyo atuendo consiste en dos faldas femeninas superpuestas, una camisa militar, un cabestrillo, una bufanda y sombreros con accesorios.

Se dice que vestía túnicas femeninas como una estrategia que permitía a los hombres acercarse y cortejar a las jóvenes sin ser notados. Otra versión cuenta que el uso de la falda era una táctica defensiva contra el ataque de enemigos extranjeros, por lo que la Danza del Wititi es también una representación de la fuerza y ​​el carácter valiente de la población local.

La danza Wititi se practica y transmite como parte integral de la cultura del Valle del Colca, espacio donde conviven dos etnias originarias: la Cabana y la Collagua, siendo esta expresión cultural un lugar de encuentro y diálogo entre estos dos pueblos.

Esta danza también es importante en la continuidad de otras manifestaciones culturales típicas de la región, como los coloridos bordados de los trajes y sombreros que usan los danzantes.

Los bailarines visten trajes finamente bordados con coloridos motivos naturales y usan sombreros distintivos.

La danza Wititi expresa la alegría, el orgullo y la memoria de las comunidades del Valle del Colca, fortaleciendo sus lazos sociales y expresando su identidad cultural.

Los niños y jóvenes aprenden Wititi a través de la observación directa, tanto en la escuela como en celebraciones familiares como bautizos, cumpleaños y bodas. A nivel nacional existen grupos de danza folklórica que también realizan este baile porque lo han incorporado a su repertorio coreográfico.

el baile de las tijeras

La danza de la tijera es ejecutada tradicionalmente por los habitantes de los pueblos y comunidades quechuas de la cordillera central andina del sur del Perú y, más recientemente, por las poblaciones de las zonas urbanas del país. Inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010, esta danza ritual tiene forma de concurso, se baila durante la estación seca del año y su ejecución coincide con períodos importantes del calendario agrícola.

La danza de las tijeras toma su nombre de las dos hojas de metal pulido con forma de tijera que los bailarines empuñan en la mano derecha. La danza se realiza en grupos y cada uno de ellos -compuesto por un bailarín, un arpista y un violinista- representa a una comunidad o ciudad específica.

Para ejecutar el baile, al menos dos grupos se enfrentan y los bailarines deben, al ritmo de las melodías interpretadas por los músicos acompañantes, hacer chocar los metales y realizar un duelo coreográfico de pasos de baile, acrobacias y movimientos cada vez más difíciles.

Este duelo entre los bailarines, llamado atipanakuy en quechua, puede durar hasta diez horas y los criterios que se utilizan para determinar el ganador son: la capacidad física de los ejecutantes, la calidad de los instrumentos y la destreza de los músicos que acompañan el baile.

Los danzantes, que visten túnicas bordadas con franjas doradas, lentejuelas y espejos, tienen prohibido ingresar al recinto de la iglesia con estas prendas, ya que la tradición dice que sus habilidades son el resultado de un pacto con el diablo. Sin embargo, esto no ha impedido que el baile de las tijeras se convierta en una parte apreciada de las festividades católicas.

Los conocimientos físicos y espirituales que implica la danza se transmiten oralmente de maestro a alumno, y cada grupo de bailarines y músicos es motivo de orgullo para los pueblos de donde proviene.

La Huaconada del Mito

Esta danza ritual, realizada en la ciudad de Mito, provincia de Concepción, región de Junín, fue incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010.

Los primeros tres días de enero de cada año, grupos de enmascarados conocidos como huacones realizan una serie de bailes coreografiados en el centro de la ciudad.

Los huacones representan el antiguo consejo de ancianos y se convierten en la máxima autoridad de la ciudad mientras dure la huaconada. Esta función se destaca tanto por sus látigos llamados «truenos» como por sus máscaras con narices prominentes que recuerdan al pico del cóndor, criatura que representa el espíritu de las montañas sagradas.

En el baile participan dos clases de huacones: los ancianos, ataviados con atuendos tradicionales y portando máscaras delicadamente esculpidas que inspiran respeto y temor; y los más pequeños, ataviados con coloridos vestidos y máscaras que expresan terror, tristeza o burla.

Durante la huaconada, los jóvenes realizan una serie de pasos de baile estrictamente limitados alrededor de los mayores, quienes, dada su edad, gozan de mayor libertad de movimiento en la improvisación. Una orquesta toca diferentes ritmos al compás de la «tinya», un tambor indígena.

La Huaconada, que es una síntesis de varios elementos andinos y españoles, también integra nuevos elementos modernos. Sólo pueden ser Huacones los hombres de buena conducta y gran integridad moral. El baile se transmite tradicionalmente de padres a hijos y la vestimenta y las máscaras se heredan

Desde la víspera, las diferentes provincias de la Costa, Sierra y Selva celebran el Día Mundial del Folklore con concursos de danzas y trajes típicos, exposiciones culturales y festivales gastronómicos que muestran toda su riqueza cultural.

Recuerdo

El Día Mundial del Folclore fue establecido en 1960 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Fue introducido el 22 de agosto para conmemorar el primer uso del término “folklore”, rindiendo así homenaje y reconocimiento a los saberes, tradiciones, expresiones artísticas y culturales de los pueblos.

El 22 de agosto de 1846, el escritor e investigador William G. Thorns utilizó por primera vez el término fusionando las palabras “folk” (gente) y “lore” (conocimiento) en una carta a la revista londinense “Atheneum” en la que sugería utilizar la palabra a partir de sus estudios sobre las tradiciones y costumbres de los pueblos.

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