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Carnaval Marqueño: baile original

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Rolando Fabián Camarena – Distrito de Marco, en Jauja, la capital folclórica del centro del Perú. Como dice el profesor Darío Núñez Sovero, es “la tierra de los hombres que han hecho de su comunidad un verdadero remanso, donde acuden todos los años a disfrutar de su estampa de bandera: el Carnaval Marqueño”.

Y nuestro más célebre folclorista y defensor de los derechos de los pueblos andinos, José María Arguedas, escribió sobre el carnaval en 1942: “Es la fiesta mayor de los pueblos indios peruanos. No sabemos su verdadero origen. Pero tiene sus propios bailes y música. Y es la música más hermosa de todo el folklore peruano. Debe tener algún lejano origen puramente indio; porque en el norte, en el centro y en el sur, la música carnavalesca tiene un genio común… los instrumentos que tocan son universales: el pincullo y la tinya”.

Tenía razón, el carnaval es una mezcla de alegría, dolor y esperanza de una raza, con lamentos y lágrimas de remordimiento en la iglesia o capilla, del espíritu andino que se desata brota su sensible y dolido mundo interior.

Gracias Taita Cruz

Los carnavales de origen eran una solemne reconciliación, un ritual de amor, oración y agradecimiento a sus deidades, la naturaleza, la “Pachamama”; en fin, al «Taita Cruz», por los favores recibidos, sus cosechas y su vida.

Con los Incas, gran parte de las celebraciones eran religiosas. Allí los españoles encuentran la oportunidad para el Tinkuy de la «idolatría» a la Pachamama, en la época del Hatun Pokoy, la fecundidad, la alegría de los jóvenes en busca de pareja, el verde del campo, los melodiosos trinos de las aves. y las primeras cosechas.

Se dice que antes de 1870 salían a bailar en Marco. Y fue alrededor de una de las tres grandes cruces de madera, toscamente labradas en Cebada Cumu, el primer barrio carnavalero de Marco, su ritual de oración y ungidos de fe, pidiendo perdón por las heridas y los clavos de Jesús, pidieron con humildad al “Taita Cruz”. brotó de lo más profundo de su mundo interior de miedo, inseguridad, pétalos naturales esparcidos por el campo, benditas hojas de coca, el árbol y la pachamama, así como la chicha, entonaron dulces cantos y bailaron a su alrededor. .

Posteriormente, con la intervención o influencia de la parroquia local, formarían la primera cofradía de Santa Cruz de Cebada Cumu. Luego vienen otros.

Se dice que la música y el baile del Carnaval Marqueño era malo, primitivo y monótono en ese entonces y fue mejorado en la década de 1950.

sobre el nombre

En Lima, los migrantes empiezan a disfrutar de los sonidos del Huaino, abriendo el espacio y el paisaje como una cultura andina incomprendida y menospreciada.

Por un azar, Arguedas fue quien se presentó en el carnaval de Marco. Viajó a la capital en noviembre de 1966 para la Feria del Pacífico, un evento de élite. Tratando de recrear su monótona y fría Misa de Máquinas, organizaron el Primer Festival de Danzas Folclóricas, sintonizando lo que pasaba en la radio, los coliseos y el elenco ocupando los primeros lugares. De ahí el nombre de Carnaval Marqueño.

musica y ropa

Desde un principio fue uno de los sectores más modestos de la economía; Sus primeros instrumentos musicales fueron la quena o pinkullo, la tinya, la wajla ya finales del siglo XIX el violín y a principios del siglo XX se le añadió el clarinete.

Hasta mediados del siglo pasado, sus pasos y movimientos eran muy simples, fluidos, sin uniformidad, hermosamente caóticos; Su atuendo era el habitual: hombres y mujeres con sombrero, ropa de piel de borrego, camisa, pantalón de bayeta.

Los hombres con ponchos, «llanquis»; y las mujeres jalachaquis, llicllas y faldas, wallkis (bolsas de piel de borrego para guardar coca y cigarrillos). No era atractiva, pero rompía la monotonía.

La noticia del éxito del Carnaval Marqueño en Lima generó entusiasmo, y desde la década de 1970 se sumaron jóvenes vecinos y vecinos de los sectores medios del distrito de Marco. Ahora son muchos, pero esta herencia de identidad, indoespañola, se ha reducido solo a bailes, cortes y supuestas verdades sin el apaciguamiento de Dios.

Se corre el riesgo de normalizar la fiesta por la fiesta, añadiendo el simulacro, las lentejuelas, actos de costumbre familiar festiva, complementos, omitiendo el núcleo, el solemne mensaje religioso del rito por la vida mortal, por la fragilidad de su pobreza, su alegría, miedo y esperanza, su felicidad negada.

Los adolescentes que desconocen la síntesis buscan lo gracioso, sea que esté mal. El valor del folklore radica en su autenticidad, que tanto los extranjeros como los peruanos cultos admiran.

El Carnaval Marqueño es una celebración religiosa para apaciguar con danza y música a la «Pachamama» y al «Taita Cruz» por la prosperidad recibida.

mensaje cristiano

En una versión del siglo XXI, debe aceptarse el llamado del Papa Francisco I a la convivencia respetuosa del hombre y la naturaleza, que hoy se trasciende. El Papa subraya «escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres».

El hombre andino de ayer fue a la cruz con lágrimas y oraciones pidiendo perdón por la maldad del hombre, buscando justicia, pan para sus hijos; en sincretismo con la Madre Naturaleza (Pachamama), la madre que provee. Es el mensaje a rescatar hoy del Carnaval Marqueño.

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